Llevar tu reloj a nuestro taller especializado en reparación de relojes de pared en Valencia es algo muy inteligente que no solo hace seguir usándolo, sino que se perpetúa esa costumbre de girar la muñeca para ver la hora.
Pero esta acción no hubiera sido posible de no ser por la invención del primer reloj de la historia de la humanidad. ¿Sabes cuál fue? Efectivamente, clepsidra, te lo hemos anticipado en el título.
Lo que no está tan claro que sepas es que fueron los antiguos egipcios quienes inventaron este dispositivo que resolvía uno de los mayores anhelos que, desde el principio de la civilización, el ser humano ha experimentado: la necesidad de medir y controlar el tiempo.
El elemento que idearon para hacerlo en Egipto fue un recipiente lleno de agua que contaba con un orificio en su parte inferior, por el que se iba vaciando a un ritmo determinado, en intervalos regulares.
De este modo, bastaba con echar un vistazo al estado del agua para poder calcular cuánto tiempo había transcurrido o aguardar al vaciado integral del continente para saber que había pasado el intervalo completo.
Posterioremente, alrededor del año 1000 a. C., otros sabios del Medio Oriente idearon el reloj de sol. Consistía en un poste vertical cuya sombra se proyectaba sobre una esfera debidamente marcada, la cual se movía por ella conforme iba pasando el día.
En el territorio anglosajón se utilizó otro sistema ingenioso: una vela que incluía varias marcas, según intervalos regulares. El consumo de la misma establecía qué tiempo había transcurrido.
Posteriormente, sobre el siglo XIII d. C. nació el reloj de arena, formado por dos recipientes unidos en su parte estrecha, por donde cae la arena de uno a otro. El tiempo de llenado de cada uno era de una hora.
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